Alzheimer:
Consejos
Para el cuidador
Los cuidadores profesionales conocen bien las dificultades que suponen los cuidados de los pacientes con demencia. Por ello pueden ayudar a que las familias aprendan a cuidar, conozcan los aspectos más importantes en el mantenimiento de la salud y no caigan en situaciones frecuentes de sobreprotección y agotamiento.
Aquí reflejaremos una serie de propuestas útiles para “cuidar al cuidador” con el objetivo de que su calidad de vida no se deteriore:
Es muy importante que el cuidador del paciente sepa reconocer que necesita ayuda, y que ello no le distraerá de su labor de cuidar sino que lo hará más eficaz.
Es necesario aceptar que las reacciones de agotamiento son frecuentes e incluso previsibles en un cuidador. Son reacciones normales ante una situación “límite”, pero que necesitan apoyo. Si se detectan estos signos/reacciones, conviene no ocultarlos por no querer asumir que se está al límite de fuerzas, ni tampoco por miedo a no ser un cuidador excelente.
Solicitar información y formación adecuada sobre aspectos médicos de la enfermedad: evolución futura, posibles complicaciones, medicación, conocimientos prácticos para afrontar los problemas derivados tales como nutrición, higiene, adaptación del hogar, movilizaciones del paciente... Todo ello favorece la sensación de control y de eficacia personal.
Marcarse objetivos reales y factibles a corto plazo a la hora de cuidar a una persona con demencia. No mantener expectativas irreales (por ejemplo, pensar que esa persona no va a empeorar más de lo que está). Ni tampoco mantener ideas omnipotentes sobre uno mismo (por ejemplo, “Voy a solucionar todos los problemas yo sólo”).
Mantenerse motivado. Autoreforzarse en los éxitos, felicitándose a uno mismo por todo lo bueno que va haciendo. No fijarse sólo en las deficiencias y fallos que se tengan.
Saber poner límite a las demandas excesivas del paciente. Hay que saber decir “no”, sin sentirse culpable por ello.
Fomentar la independencia del paciente. Dejar que la persona con demencia mantenga todas las actividades que puede hacer por sí misma, aunque lo haga lento o mal.
Nutrición y envejecimiento
El envejecimiento supone una serie de cambios en las personas que podemos resumir de la siguiente manera:
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Variaciones en el peso y la talla.
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Enfermedades dentales y periodontales, así como falta de algunos dientes.
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Alteraciones sensoriales como atrofia del bulbo olfatorio o disminución de la salivación, del gusto y de la sensibilidad del centro de la sed.
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Modificación de la composición corporal.
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Alteración de la respuesta inmunitaria.
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Tendencia al estreñimiento debido a cambios en el tracto gastrointestinal, o a una baja ingesta de líquidos, por ejemplo.
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Coexistencia de enfermedades físicas y mentales, que incrementan o disminuyen las necesidades nutricionales, y que además pueden limitar la capacidad para obtener una adecuada alimentación.
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Debilidad física.
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Cambios en el poder adquisitivo.
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Aislamiento social.
Todo ello, sumado a la discapacidad cognitiva propia de la enfermedad de Alzheimer, supondrá una serie de trastornos en la conducta alimentaria de las personas afectadas, cuyas repercusiones más habituales son la desnutrición o la malnutrición.
Desnutrición y malnutrición
La desnutrición es la presencia de un balance negativo entre lo consumido y lo requerido por el organismo. En general vendrá determinado por la calidad y la cantidad de nutrientes y por el uso que haga el propio organismo a la hora de mantener un estado funcional óptimo. Sus consecuencias son múltiples, pudiendo resaltar las siguientes:
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Alteraciones en el sistema immunitario y el consiguiente aumento del riesgo de sufrir infecciones.
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Úlceras per presión.
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Baja cicatrización de las heridas.
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Inmobilidad.
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Síndromes confusionales agudos.
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Ingresos hospitalarios y aumento del tiempo de hospitalización.
Actividades a realizar
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Un tratamiento nutricional individualizado.
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Dietas muy nutritivas y poco cuantiosas.
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Mantener unos horarios regulares.
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Enriquecer los platos amb ou ratlado, aceites, nata líquida o yema de huevo, entre otros.
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Tener un especial cuidado con la presentación de los platos.
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Valorar el uso de suplementos nutricionales.
Consejos generales
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Mantener horarios regulares.
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Realizar comidas frecuentes, muy nutritivas y poco abundantes.
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Consumir alimentos ricos en proteínas, como carnes, pescados, huevos y legumbres.
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Comer lentamente en pequeñas cantidades y, en caso necesario, modificar la textura de los alimentos (purés o papillas, por ejemplo). Evitar caldos y sopas muy líquidos.
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Incluir la máxima variación de alimentos para evitar déficits nutricionales.
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Siempre que se pueda, realizar ejercicio físico. Recuerde que el mejor ejercicio es caminar.
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Es importante beber entre 1 litro y medio y 2 litros de líquido al día, aunque no haya sensación de sed.
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Si el paciente no se atraganta, los líquidos se pueden tomar en forma de caldos, zumos, infusiones o agua.
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Si se atraganta a menudo cuando toma agua, mejor administrar bebidas espesas. Se pueden espesar los zumos con espesantes, preparar sopas en forma de purés o sustituir la leche por yogur, natillas o cremas. También es aconsejable dar gelatinas, como una manera de administrar agua en forma sólida.
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En caso de estreñimiento: és útil tomar 2 o 3 ciruelas en ayunas o un suplemento de fibra.
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Mantener una buena higiene bucal.
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Seguir los consejos recomendados de su médico.
Reacciones agresivas
Una persona con demencia puede percibir una amenaza o peligro donde no existe y reaccionar de forma agresiva en situaciones que, para las personas que no padecen este tipo de enfermedades, son anodinas. Estas reacciones agresivas son problemáticas y difíciles de resolver para el cuidador principal, así como para los miembros de la familia, ya que aparentemente parecen incomprensibles.
¿Cuál puede ser la causa que desencadena una reacción agresiva?
Puede tratarse de una respuesta emocional del enfermo al sentirse rechazado o al no poder realizar una actividad correctamente. También pueden ser motivadas por ansiedad, miedo o frustración:
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Al no comprender la situación vivida.
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Al no recordar cómo hacer las cosas.
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Al no conseguir expresar sus sentimientos.
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Al no reconocer a la gente de su entorno.
¿Qué hacer?
Estas reacciones son a menudo una forma que tiene la persona con demencia de expresar su miedo o angustia ante un hecho o un gesto que no es capaz de comprender correctamente. Casi siempre hay una causa que desencadena su reacción. Descubrirla es ser capaz de prevenir su aparición.
Lo que no se debe hacer
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No argumente usando su propia lógica.
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No tome este comportamiento como un asunto personal.
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No llore.
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No le regañe.
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No exteriorice sus miedos.
Incontinencia
La incontinencia, que se define como la pérdida del control de la vejiga o los intestinos, es un problema común entre las personas que padecen Alzheimer o algún tipo de demencia, especialmente en las últimas etapas de la enfermedad.
La incontinencia urinaria es uno de los problemas sanitarios más angustiosos que una persona puede padecer. Quienes la sufren con frecuencia sienten molestias y vergüenza. Esta enfermedad afecta a aspectos de la vida diaria tan fundamentales como el descanso, el desempeño de una actividad laboral y las actividades de ocio. Por lo tanto, las consecuencias pueden ser no sólo físicas (lesiones cutáneas y problemas de higiene) sino que también afecta psicológicamente a las personas que la padecen, ya que muestran una tendencia al aislamiento y a la depresión.
Se puede controlar la incontinencia al cambiar la rutina de la presona, la ropa, o el entorno. Pero en un determinado momento, deberá aceptar la incontinencia como una condición permanente de la edad. Es muy importante identificar los diferentes tipos de incontinencia urinaria para aplicar el plan de cuidados más adecuado y el tratamiento correcto individualizado.
Hoy sabemos que la incontinencia urinaria no es un proceso irreversible y en muchas ocasiones puede ser tratada mediante fisioterapia, reeducación de los hábitos del paciente, farmacología o cirugía. No obstante, cuando ello no es posible, se acude al tratamiento paliativo.
La prevalencia de la incontinencia urinaria aumenta con la edad, siendo más frecuente en mujeres.
Tipos de incontinencia urinaria
Incontinencia urinaria de esfuerzo
Es la pérdida involuntaria de orina provocada por un esfuerzo (actividad física, tos, risa, estornudos...). Afecta fundamentalmente a mujeres de edad media.
Incontinencia urinaria de urgencia
Es la pérdida involuntaria de orina asociada a un fuerte deseo miccional que se produce como consecuencia de una contracción involuntaria del músculo detrusor. Afecta a ambos sexos por igual, sobre todo en edad avanzada.
Incontinencia urinaria mixta
Es la que combina los dos tipos de incontinencia, esfuerzo y urgencia.
Incontinencia urinaria por rebosamiento
En la que se producen escapes en forma de goteo sin que el paciente perciba deseo de orinar. Este tipo de incontinencia siempre es secundaria a una retención urinaria. Puede producirse por obstrucción o por lesión neurológica.
Incontinencia urinaria funcional
Se asocia a enfermedades mentales como al Alzheimer, el Parkinson o la depresión, aunque el sistema urinario funciona con normalidad, el enfermo es incapaz de controlar la micción.
Causas de la incontinencia
Si una persona con Alzheimer ha empezado a perder el control de su vejiga o intestinos, el primer paso más importante es determinar posibles causas. Deberemos considerar lo siguiente:
Diabetes, derrames cerebrales, o un desorden de los músculos como la enfermedad de Parkinson.
Una discapacidad física hace más difícil que la persona pueda ir al baño.
Las bebidas como café, refrescos y té podrían contribuir a la incontinencia al producir un efecto diurético, dado que aumentan la necesidad de orinar.
Consejos y pasos a seguir
Entorno y prendas de vestir
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Asegurarse que la persona pueda encontrar el baño.
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Evitar obstáculos en su paso hacia el baño y asegurar que el camino esté bien iluminado.
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Utilizar la ropa de la persona simple y práctica, que sea fácil de quitar y poner.
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Considere el uso de protectores sobre la cama o pañales para adultos.
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Mantener limpias las partes sensibles de la piel con lavados regulares y aplicando cremas o talcos.
Deshidratación
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Es importante que el paciente con Alzheimer continúe bebiendo líquidos para no deshidratarse.
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La deshidratación puede crear una infección urinaria y originar incontinencia.
Comunicación
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Motive a la persona para que le diga cuando tiene la necesidad de ir al baño.
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Estar alerta ante las pequeñas indicaciones cuando la persona necesita ir al baño. La persona podría estar impaciente, pasear de un lado a otro, hacer muecas o ruidos no comunes, etc.
Haga planes por anticipado
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Observe y reconozca el horario y la rutina de la persona.
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Intente fijar un horario para usar el baño. Ejemplo: a primera hora de la mañana, cada dos horas durante el día, inmediatamente después de comer y justo antes de acostarse.
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Identifique cuando ocurren los incidentes y planifique con tiempo.
Seguimiento
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Verifique si la persona ha orinado y/o ha ido de vientre.
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Ayúdele a limpiarse y a tirar de la cadena.
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Mantenga limpias y secas las áreas sensitivas de la piel con lavados regulares y aplicando talcos o cremas.
Comprensión
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Recuerde que los incidentes son vergonzosos.
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Intente evitar culpar o regañar a la persona.
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Cuando ésta tenga éxito, felicítela, motívela y dele confianza.
Comunicación
Consejos prácticos para mejorar la comunicación
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Si el cuidador está nervioso debe evitar hablar con el enfermo. Intente relajarse antes.
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Si el enfermo es capaz de leer, utilice listados sencillos: horarios del día, medicación, nombres, etc.
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Si no puede leer, sustituya la palabra por la imagen: fotos y dibujos que indiquen la función de las cosas.
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Hable con él frecuentemente. Evite el aislamiento.
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No anticipe la información. Ofrezca el mensaje en el momento de ejecutarlo. Por ejemplo, “vamos a pasear” cuando se vayan a preparar para salir.
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No haga varias preguntas a la vez: realice una y espere contestación. Repítala con las mismas palabras si no obtiene respuesta, y tenga paciencia.
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Recuerde que el enfermo tiende a resumir los mensajes: identifique lo que quiere decir y dígaselo. Intente captar la idea cuando dice palabras sueltas.
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No le fuerce al diálogo si éste no es posible. Evite la frustración.
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Recuerde identificarse antes de iniciar una conversación, le facilitará el reconocimiento. Esté junto al enfermo sin accesorios que puedan confundirle: gafas de sol, etc
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Evite los pronombres. Nombre siempre el objeto o persona a la que se refiere. No le hable como si se dirigiese a un niño. Puede demostrarle cariño hablándole con normalidad.
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Utilice temas del pasado para originar conversaciones: su juventud, su oficio, etc.
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Mantenga el sentido del humor, sin ridiculizar. Reste importancia a los errores con bromas que él pueda entender.
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Recuerde que puede pedirle que haga algunas actividades imitándole (cepillarse, lavarse las manos, etc.).
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No olvide que en las personas mayores los problemas sensoriales y físicos favorecen el aislamiento. Compruebe que siempre lleva puesto el audífono y las gafas si los precisa y vigile la boca: un mal ajuste de la dentadura o heridas que provocan dolor reducen los intentos de hablar.
La importancia del lenguaje corporal
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Mantenga el contacto visual durante la conversación.
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Colóquese delante de él y a su misma altura; puede sentarse a su lado pero de manera que le vea la cara.
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Evite movimientos bruscos y no camine por la sala mientras habla. No le hable desde lejos, acérquese lo suficiente pero sin invadir su espacio privado.
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Transmítale confianza y seguridad en la manera de tocarle: cójale y acaríciele las manos, pásele un brazo por los hombros, etc.
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No olvide que en las personas mayores los problemas sensoriales y físicos favorecen el aislamiento. Compruebe que siempre lleva puesto el audífono y las gafas si los precisa y vigile la boca: un mal ajuste de la dentadura o heridas que provocan dolor reducen los intentos de hablar.
Higiene y vestuario
En fases avanzadas de la enfermedad de Alzheimer es habitual que el paciente no colabore y precise ayuda en las actividades de la vida diaria, como es la higiene, vestido, movilidad, alimentación, etc. Es muy importante mostrarnos pacientes e intentar no transmitir prisa en las acciones que emprendamos.
A continuación, daremos unas recomendaciones en higiene y vestido que pueden sernos de gran utilidad en la atención de estos pacientes.
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Animarle a no perder el hábito diario de la higiene personal.
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Instaurar una rutina realizando la higiene siempre a la misma hora del día.
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Mantener la máxima privacidad posible, podría ser causa de irritación o miedo.
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En pacientes con dificultades de deambulación puede ser adecuado instalar un baño asistido.
Es un buen momento para cuidar las zonas delicadas:
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Aseo de las uñas: vigilar que no se claven, cortarlas rectas, y evitar heridas especialmente en los diabéticos.
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Limpiar orificios (oídos, ombligo, etc.) que el paciente puede olvidar.
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Prestar especial atención en pliegues y mucosas que deben permanecer limpios y secos. Si se hicieran rozaduras o grietas, consultar a la enfermera o médico.
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Mantener higiene bucal: mantener la boca limpia y controlar que las dentaduras no provoquen llagas.
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Mantener piel hidratada: aplicar después del baño crema hidratante.
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Ayúdele a peinarse.
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Si el paciente es hombre, en el afeitado, utilice maquinillas eléctricas para tener menos riesgos.
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Si el paciente es mujer y siempre ha tenido la costumbre de maquillarse, el cuidador puede aprender a ponerle un poco de colorete o pintarle los labios.
Vestido
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Trate que el paciente se vista a la misma hora todos los días como parte de la rutina diaria.
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Usar ropa amplia y cómoda, fácil de poner y de quitar.
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Si no puede abrocharse los botones, sustituirlos por velcros y elásticos en la cintura.
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Utilizar zapatos antideslizantes y cómodos.
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Es mejor que el calzado no tenga cordones.
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Si tiene capacidad para elegir, evitar que tenga mucha ropa en el armario.
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Ayudar al paciente a vestirse colocando la ropa en el orden en que deberá ponérsela.
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Animarle para que por sí mismo se vista hasta donde le sea posible. Ayudarle si es necesario, sin prisas y siguiendo su ritmo.
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Si las precisa, darle instrucciones claras para vestirse, paso a paso.
Favorecer el sueño
Los problemas para dormir asociados con la enfermedad de Alzheimer pueden ser una fuente mayor de estrés y fatiga para la persona a cargo del enfermo. Pero para el que sufre de la enfermedad de Alzheimer, las horas de la noche pueden ser difíciles. Lograr que la persona vaya a la cama y permanezca en ella puede requerir de alguna planificación previa.
A continuación se describen algunas medidas para favorecer el sueño:
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Mantener un tono calmado y pacífico por la noche para inducir el sueño.
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Mantener las luces muy bajas.
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Eliminar los ruidos fuertes, e incluso poner música relajante si parece que la persona la disfruta.
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Intentar que la hora para acostarse sea más o menos la misma todas las noches. Desarrollar una rutina en el momento que vaya a dormir también puede ayudar.
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Animar a la persona a hacer ejercicios durante el día y limitarle, si es posible, las siestas diurnas.
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Restringir el consumo de cafeína durante la tarde.
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Si la oscuridad asusta o desorienta a la persona, usar luces nocturnas en la habitación, en el vestíbulo y en el baño.
Úlceras por presión
Las úlceras por presión son lesiones de la piel con diferentes grados de afectación de los tejidos, desde pequeñas erosiones hasta lesiones más profundas que pueden afectar músculo, hueso… La causa de dichas lesiones es el aplastamiento de los tejidos por una presión mantenida en el tiempo. Aparecen principalmente en las prominencias óseas. Las zonas más frecuentes son: sacro, talones, caderas, pliegues corporales y protuberancias óseas en general.
Dado que la mayoría de úlceras por presión pueden evitarse, deberíamos tener en cuenta las siguientes medidas preventivas:
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Examinar el estado de la piel al menos una vez al día, teniendo en cuenta especialmente las prominencias óseas, las zonas expuestas a la humedad (por incontinencia, transpiración, secreciones…), observando si existe alguna alteración en la piel como sequedad, enrojecimiento, maceración.
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Mantener la piel del paciente limpia y seca en todo momento. Lavar la piel con jabones neutros y secarla meticulosamente sin hacer fricción.
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Evitar el exceso de humedad en la piel: incontinencia, sudoración, exudado de heridas, etc.
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Favorecer la movilización del paciente realizando cambios posturales en caso de que estén encamados. Así evitaremos que estén apoyados sobre las mismas zonas disminuyendo el tiempo de presión.
Además de todas estas medidas debemos tener en cuenta que la aparición de problemas en la piel puede depender de otros estados carenciales en el organismo como un estado nutricional pobre. Es muy importante proporcionar alimentos que sean ricos en contenido calórico, proteínas, vitaminas (especialmente A, C y B) y minerales (zinc, hierro y cobre). Es básico también, mantener un buen nivel de hidratación, que se conseguirá mediante el aporte frecuente de líquidos.
Prevención de accidentes
Los accidentes constituyen la primera causa de lesiones e incapacidad y la quinta causa de mortalidad en personas mayores de 75 años.
Algunos síntomas de la enfermedad de Alzheimer, como la confusión mental y la pérdida de memoria, requieren una modificación del entorno en que vive la persona con demencia para impedir que esos accidentes puedan afectarle a ella o a los demás.
No es preciso hacer grandes cambios o guardar bajo llave cosas que considere inseguras. De hecho, los cambios drásticos pueden tener un efecto negativo y hacer que la persona con demencia se sienta aún más alterado y confuso, incluso hasta el punto de que el entorno le deje de resultar familiar.
Cocina
Puede convertirse en uno de los lugares más peligrosos de la casa. Las siguientes precauciones pueden reducir el riesgo de accidentes. Asegúrese que su equipo de cocina ofrece las suficientes garantías de seguridad. Las precauciones a tener en cuenta en el ámbito de la cocina son las siguientes:
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Sustituya el horno de gas por una cocina eléctrica, si no puede hacerlo, instale un aparato de seguridad para detectar fugas de gas.
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Apague el gas y desconecte todos los electrodomésticos pequeños antes de irse a la cama, cada día o si se marcha por un periodo largo de tiempo.
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No utilice cerillas sino un encendedor eléctrico.
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Guarde bajo llave objetos punzantes o peligrosos como tijeras, cuchillos, etc.
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Programe el agua caliente a una temperatura máxima de 37ºC.
Baño
El cuarto de baño también puede ser un lugar peligroso, es necesario adecuarlo a sus necesidades.
Para prevenir caídas
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Quite las alfombras ya que pueden causar caídas peligrosas.
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Ponga tiras antideslizantes pegadas al fondo de la bañera o plato de ducha.
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Mantener una luz nocturna permanente.
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Poner asideros que faciliten la entrada y salida de la bañera.
Prevenir que quede cerrada la puerta
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Retirar el cerrojo de la puerta o eliminar la llave del baño para evitar que la persona con enfermedad de Alzheimer se quede encerrada dentro.
- Poner tiradores que garanticen el acceso en caso de emergencia.
Facilitar el acto de bañarse o bañarlo/la
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Teléfono de ducha flexible, barras laterales en ducha y W.C.
- Inodoros a la altura correcta.
Prevenir otros accidentes
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Mantenga el botiquín y los productos de baño fuera de su alcance.
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Guarde los productos de limpieza en un lugar al que no tenga acceso o bajo llave.
Síndrome confusional agudo
El síndrome confusional agudo (SCA), llamado también “delirio”, corresponde a una alteración en el estado mental que se caracteriza por ser aguda y reversible. El delirio es uno de los desórdenes cognitivos más importantes en el adulto mayor. Se caracteriza por:
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Comienzo agudo, con fluctuaciones a lo largo del día y frecuente empeoramiento durante la noche.
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Inversión del ritmo sueño- vigilia.
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Desorientación en tiempo y espacio.
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Alteración del nivel de conciencia.
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Alteración de la atención: incapacidad de mantener la atención a un estímulo externo. Se distraen fácilmente, no siguen órdenes.
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Deterioro de la memoria de corto plazo.
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Alucinaciones principalmente visuales, o malinterpretaciones , que con frecuencia no recuerdan posteriormente. Se agravan de noche y son vividas con miedo y angustia. Ideas delirantes de persecución (creen que les envenenan la comida, o que el personal de enfermería les quiere hacer daño).
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Alteración del nivel de actividad: agitación, vagabundeo o intranquilidad que alternan con somnolencia y letargo.
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Alteraciones del lenguaje: vago, incoherente.
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Pensamiento desorganizado y distorsionado. Mezclan experiencias del pasado con el presente y distorsionan la realidad. Alternan periodos de lucidez.
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Humor variable, con frecuencia hay miedo y ansiedad.
Frecuentemente, se suman aquellas manifestaciones físicas propias de la enfermedad desencadenante (taquicardia, sudoración, etc). No son raros los síndromes parciales, de hecho muchas veces no se dan todas estas características en un mismo enfermo, lo que hace más difícil el diagnóstico.
Es muy importante hacer un diagnóstico precoz, porque con un tratamiento adecuado la mayoría de los pacientes logran recuperarse satisfactoriamente, aunque la edad avanzada y una mayor duración de la enfermedad ensombrecen el pronóstico.
Tipología
Se distinguen tres subtipos clínicos de delirio:
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Hiperalerta, hiperactivo. Agitado. (Fácil diagnóstico).
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Hipoalerta, hipoactivo. Inhibido. Se puede confundir con demencia.
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Mixto. Es una combinación de ambas formas clínicas.
Causas
El SCA puede estar originado por toda una larga serie de factores que actúan a varios niveles; pudiendo ser factores predisponentes o factores desencadenantes.
Factores predisponentes
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Edad avanzada.
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Deterioro cognitivo previo.
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Antecedentes de SCA o de daño cerebral.
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Abuso crónico de alcohol o drogas.
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Factores psicosociales (depresión, estrés, falta de apoyo familiar).
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Factores relacionados con la hospitalización, siendo este un factor de mucha importancia; tales como inmovilización (p. ej. postquirúrgica, postraumática), deprivación de sueño, falta de adaptación al entorno hospitalario, deprivación sensorial, entendida como una reducción de los estímulos sensoriales habituales (p. ej. estancia en UCI), etc.
Factores desencadenantes
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Enfermedad cerebral primaria: traumatismo/contusión, hemorragia cerebral, neoplasia, tras una crisis epiléptica, etc.
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Enfermedad sistémica que afecta secundariamente a las funciones cerebrales: infecciones respiratorias, enfermedades pulmonares, enfermedades cardiovasculares, trastornos metabólicos, anemia.
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Intoxicaciones con sustancias exógenas: alcohol, drogas o medicamentos (sedantes o narcóticos)
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Deprivación brusca en caso de abuso de sustancias tóxicas.
Tratamiento
El tratamiento debe dividirse en tres aspectos principales: prevención, tratamiento específico y tratamiento de soporte.
Prevención
Se debe minimizar o evitar el uso de sedantes y narcóticos, mantener una buena hidratación y oxigenación, y tratar precozmente cualquier complicación médica.